4 de noviembre de 2015

Desafío de los 30 días (3era Edición): Pregunta #3

Pregunta 3: Ayer describiste un local/edificio situado en el pueblo de Highdell. Un local que considerarse importante por alguna razón, bien para el pueblo, bien para los aventureros que se pasan por el mismo con el objetivo de conseguir algo. Sin embargo, ese local/edificio adicional que hace que sea notable. Y es que de vez en cuando se pasea, va o le pertenece a un personaje por todos conocido. O no.
¿Quién es dicho personaje?



-"Maldito seas Durgan, pensé que tu carne era desecho de la mala digestión de la jauría de trasgos donde te dejé!"

Era Yullian E. Llowell*, el traidor. Sabía que estaba bajo una maldición, puesto que su apariencia era la misma con la que lo conocí hace mas de 15 años atrás. Joven, de cabello corto y dorado, esmeraldas ojos y una sonrisa que sólo servía para conquistar a tu pareja. Era un excelente compañero para irse de "cacería" en las fiestas del condado, y su capacidad de librarse de problemas era solo igualada por su fama de aparecer  a ayudarte cuando menos lo esperabas. Eso fue hasta que nos traicionó. dejándonos abandonados dentro de la caverna de los trasgos, superados en más de diez a uno. Solamente yo sobreviví.

-"Tu eres el maldito, Llowell...por no comprobar que todos estabamos muertos cuando nos abandonaste!!"- junto con decir eso, brinco sobre él y comienzo a tratar de pegarle. Digo "tratar", puesto que otra de las cualidades de Yullian es la suerte de que no recibe daño de mis ataques. De alguna manera pareciese esquivar cada uno de mis golpes. Sin embargo, él no parece querer atacarme, solo preocupado de no dejar de mirarme fijamente.
-"Vamos maldito!! Enfréntate a mi!!"- le grito con mas desesperación que rabia. Pienso que estoy preparado para cada movimiento que podría hacer, pero me equivoco. Mis reacciones son lentas, torpes, predecibles. Mi compañera no se mete en el combate, solo observa. Sabe mi historia y entiende que en todo esto, debe haber algo de honor. Pero eso es algo que no encuentro.

-"Avísame cuando te agotes!"- me escupe Yullian -"Pienso invitarte una cerveza si es que no te quiebras los dedos al golpear la roca antes que mi rostro!". Ahí, en ese momento me percato. Todo esto es inútil. Yullian puede de alguna manera "ver" lo que puedo hacer, tal vez un instante antes de siquiera comenzar a mover mis músculos. Me detengo y recupero la respiración. Crucé miradas con Faerhn, quien en silencio asintió. Ya sabía que hacer.

Un momento después, estaba sentado y tomando una pinta de cerveza, y un plato de comida caliente, y escuchando la historia de Yullian, después de habernos dejado en la cueva. Explicaba que el no se había ido, sino que había caído a un par de niveles inferiores, donde se hallaban las joyas más grandes, y más precisamente una extraña roca, en lo alto de una formación calcárea, cuyo brillo verde y sucio inundaba el nivel, opacando toda otra joya a su alrededor. Sin embargo no era lo que más le llamaba la atención, sino como le reverenciaban los trasgos que se hallaban a su alrededor, cuyos ojos adoptaban el mismo tono de la piedra. Pensó lo más rápido que pudo, y lanzándose sobre la turba de criaturas, logró golpear la base de la roca, rompiéndola y haciéndola caer hacia las profundidades. Los trasgos se arrojaron de cabeza al vacío, intentando desesperadamente de alcanzarla, seguidos por los que se encontraban en los niveles superiores y otros que llegaron al momento después.
Solamente el silencio acompañó a Yullian los minutos siguientes. Y las horas. Cuando finalmente se percató que estaba solo, simplemente se puso de pie, se llenó los bolsillos de unas cuantas gemas y se las ingenió para salir. Ahí me contó que solo vio una pila de cadáveres de los que habían sido sus compañeros, pero que no se detuvo a mirar.
Logró hacerse del terreno que cubría la catacumba, con las joyas que traía consigo, y comenzó a construir rápidamente este lugar.

Siguió hablando por un rato, pero yo ya no escuchaba, algo había raro en toda la historia. Demasiada suerte diría yo, siempre era la suerte la que salvaba a Yullian...había algo más, algo que no me quería contar. Solamente por eso no lo había matado aún. 
Y descubriría eso.
Y luego arrastraría su cadáver por todo el maldito pueblo.

Pero ahora era momento de tomar otra cerveza.

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